Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos cumpleaños feliz... Esta típica melodía habrá sido escuchada en el día de hoy por una persona a la que, sin conocerla, aprecio mucho, por ser tan buena escritora y por servirme de inspiración para mis relatos.
Felicidades, Laura Gallego!!
Así es, hoy, 11 de octubre, nuestra querida escritora que tanto éxito ha tenido con sus historias, cumple años. Y por eso, quiero dedicarle unas palabras como admiradora suya que soy:
Laura, me adentré en el mundo de tu escritura con los libros "Alas de Fuego" y su continuación, "Alas Negras" de la mano de tu narración, a través de ese ángel con las alas rotas llamada Ahriel, conocí tu forma de ver las cosas y poco a poco, me fui adentrando en todas tus historias hasta el punto de comenzar a descubrir mi oculta aficción por lo fantástico y lo mágico. No tengo más palabras para describir lo que siento al comenzar un libro tuyo, las emociones que experimento al avanzar en la historia, ni lo que siento al terminarla. Casi puedo palpar el suelo que pisan tus personajes al leer tus historias, casi puedo oírlos. Creo que conmigo has conseguido el efecto que, según mi opinión, debe tener una historia, introducir al propio lector en su interior, no dejarlo tan solo como un mero espectador.
Gracias, Laura :) Espero que algún día podamos conocernos en persona.
Y, sin más dilación, os dejo con la segunda parte de "Esencias", el relato que comencé en la entrada anterior:
"Era
su maestro, Ubtial, tenía unos novecientos años, a ojos humanos
aparentaba el aspecto de un chico de
veintiuno, a esa edad ya se te reconocía como adulto en la sociedad
angélica. Era moreno de ojos azul
turquesa y sus alas eran más grandes que las de Drailha, pero igual
de bonitas.
Fruncía el
entrecejo en señal de desaprobación, lo que irritó aún más a
Drailha, que dijo:
-A luchar.
-Sí claro, a
enfrentarte a un monstruo que ni siquiera sabemos lo que es. Y si te
pasa algo ¿qué?
-No me va a pasar
nada.-respondió Draihla.
-¿Cómo que
no?-dijo él- Draihla, por el Omnipotente, sólo eres una niña...
-¡No! ¡No soy una
niña! ¡No soy una pobrecita e inofensiva niñita! ¡Soy más que
eso! ¡Lo puedo demostrar!
-Drailha,
escucha...-empezó Ubtial.
-¡No! ¡No
escucho!-dijo muy alterada, pero después al ver la cara de
preocupación de su maestro continuó, más
calmada- Escúchame tú, por favor. Mira, los ángeles de mi edad no
somos valorados, simplemente por
tener esta edad somos unos niños que no sabemos nada del mundo, pero
eso no es cierto. Y lo voy a
demostrar.
Sin
dejar que Ubtial dijera una sola palabra, Draihla lo esquivó y se
dirigió donde los ángeles
que quedaban, aproximadamente unos dos mil, luchaban con el monstruo desesperadamente.
Draihla iba a unirse a ellos en las primeras filas cuando algo
increíble le ocurrió.
Sin
saber como, se encontró cara a cara con el monstruo mirándole
fijamente a los ojos, los ojos negros
de la criatura se cruzaron con los ojos verdes de Draihla y, en ese
instante, Draihla sintió como
un único pensamiento invadía su mente. El pensamiento procedía del
monstruo y decía:
“Ayuda...
Socorro... Yo... Paz... No... Matar...”
Y
silencio.
El
monstruo comenzó a precipitarse hacia el suelo. Drailha, sin saber
muy bien por qué, comenzó
a bajar en picado también, dejando a los ángeles guerreros
celebrando la victoria.
Antes
de que el ser chocara contra el suelo, Drailha, haciendo uso de lo
aprendido en la escuela
angelical, utilizó su poder para depositar a la criatura en una nube
lo bastante lejos de Yaehlo
como para que nadie la viera. Se posó en la nube, comenzó a
acercarse con cautela al cuerpo
del ser y empezó a observarlo. Tenía unas heridas de poca
importancia, pero en el costado y en
el lomo había unos cortes muy feos, no le habían dañado ningún
órgano vital pero aún así, por la respiración
se notaba que estaba muy débil. Drailha, compadecida del ser, empezó
a iniciar el “círculo
curativo”. Sin saber por qué, ya no sentía ninguna presencia de
poder maligno.
Cuando
terminó el “círculo curativo” y el ser se sumió en un sueño
tranquilo con una respiración
pausada y serena, eran sobre las cuatro de la madrugada y Draihla
estaba muy cansada, tanto
por las emociones del día como por el cansancio del “círculo
curativo” y la preocupación por como
habría quedado Yaehlo después de la batalla. Antes de recostarse en
la nube y envolverse en sus
alas para entrar en calor y poder dormirse, miró a la criatura que
había provocado todo eso y murmuró:
-Mañana
me contarás por qué.
Al
alba del día siguiente, Drailha se despertó y contempló el
amanecer, siempre le había gustado
mucho esa parte del día y también el atardecer. Cuando el sol salió
entero mostrando todo
su
esplendor, Draihla despertó al ser que dormía plácidamente con
todas sus heridas curadas:
-Tú,
despierta.
La
criatura abrió sus grandes y oscuros ojos y su boca en un gran
bostezo. Se miró a sí mismo
y en su cara se dibujó la sorpresa al ver todo su cuerpo sin una
sola cicatriz ni una gota de sangre,
miró a Drailha y, para sorpresa de ella, habló diciendo:
-¿Has
sido tú quien ha curado todas mis heridas y a quien le transmití mi
pensamiento ayer?
-Sí,
esa soy yo. Me llamo Drailha.
-Muchas
gracias, te debo la vida. Mi nombre es Xaygón.
Hubo
un largo silencio que fue roto por Drailha al preguntar:
-¿Por
qué atacaste la ciudad? ¿Por qué al verte por primera vez en
Yaehlo sentí una ola de energía demoníaca
y después, al curarte, no?
Xaygón
se quedó callado un momento y después suspiró antes de contestar:
-Para
contestar a esas dos preguntas debo contarte una historia -guardó
silencio y continuó- Yo procedo
de un lugar lejano al que no voy desde hace mucho tiempo, tanto, que
ya no recuerdo como es.
Un día que prometía ser apacible, hubo un terremoto tan fuerte que
la tierra se abrió en una ancha,
larga y profunda grieta por la que, a raudales, surgieron los
demonios. Como no nos lo esperábamos,
no pudimos defendernos y nos capturaron.
>>Nos
llevaron con ellos a las profundidades de la tierra, hasta el
infierno, y allí nos vendieron a toda
la manada a los grandes señores de ese lugar, los grandes señores
que estaban un peldaño,
por así decirlo, por debajo del gran señor del infierno. Nos
trataban como mascotas, como si
fuésemos unos simples animales de compañía.
>>Todos
murieron, algunos de pena, otros de nostalgia, pero todos sin
excepción fallecieron en ese horroroso
sitio. Sólo quedaba yo. Mi amo, al verse envidiado por ser el único
al que no se le había muerto
la mascota, se enorgulleció y, para aumentar su poder y verse así
más envidiado, decidió hacer
una incursión en una ciudad angélica para entretenerse un rato, y
me usó a mí como montura.
>>La
energía maligna que sentiste ayer en la ciudad era de mi amo pero,
cuando se dio cuenta de que
aquello era imposible y que le iban a capturar me dejó solo ante el
peligro. Parte de mi energía era de él y, al fugarse, me dejó muy
debilitado. Después llegaste tú y te pedí ayuda con el
pensamiento. Agotado,
me dejé caer y perdí el conocimiento. Como mi amo se fue, se llevó mis fuerzas y su esencia
demoníaca, por eso no la has vuelto a sentir.
Drailha,
impresionada por la historia, cayó en algo en lo que no se había
dado cuenta antes:
-¿Tu
amo volverá a por ti?
-A
no ser que cambie una parte de mi esencia por otra para que no me reconozca, sí.
Drailha
se paró a pensar, le había caído bien Xaygón y además no quería
que muriera en el infierno
como el resto de su manada. De repente exclamó:
-¡Xaygón!
¿puedes volar?
-Ahora
no, el que me daba la capacidad del vuelo era mi amo y ahora que no
está puedo volar tanto como una lagartija.
-Pues
entonces, tengo una solución que nos puede beneficiar a los dos.
Los
ojos oscuros de Xaygón relucieron con un brillo de emoción:
-¿De
verdad?
-Claro,
yo te daré una parte de mi esencia para que puedas volar y tú me
darás parte de la tuya para tener
más sabiduría de la que tengo. ¿Qué te parece?
-¡Perfecto!
¡Es lo mejor que he oído en mi vida!
-De
acuerdo, ahora relájate, necesito tranquilidad.
Xaygón
se volvió a tumbar y miró fijamente a Drailha a los ojos, ella se
acercó y le puso las manos en
la cabeza. Se arrodilló y se concentró.
Drailha
comenzó a entrar en la conciencia de Xaygón, descubriéndola y dejó
a Xaygón entrar
en la suya. Cuando hubo una conexión lo bastante fuerte entre los
dos, Drailha conectó su esencia
con la de Xaygón y comenzó a transferir parte de la energía de su
vuelo y pensamientos relacionados
con ello hasta la energía de Xaygón. Este, por su parte, iba
transfiriendo parte de su sabiduría
a Drailha. Así estuvieron un buen rato, conectando sus dos esencias,
descubriéndose, encontrándose.
De repente, del cuerpo de Xaygón surgió un rayo de luz plateado que
lo envolvió por
completo. Drailha tuvo que taparse los ojos ante esa visión tan
deslumbrante y, cuando los volvió
a abrir, tuvo que taparse la boca para no gritar de sorpresa.
Xaygón
había cambiado."
Bueno, hasta ahí puedo leer.
Pronto, la tercera y última parte de "Esencias".
Nos vemos!! ^^