Mi propio homenaje a la Saga El Legado de Chistopher Paolini

He llorado, reído, caminado, volado, peleado... desde aquel día de verano en el que las primeras letras, sílabas, palabras, frases del que sería el primero de cuatro libros que me cambiarían se perfilaron como suaves trazos de tinta ante mis ojos. Recuerdo que era de noche, que tan solo tenía como única fuente de luz la lamparita de la mesita de noche en aquel apartamento de la playa, cuando abrí la portada después de contemplar el misterioso dragón azul perfectamente dibujado sobre el título: "Eragon"
Al principio, recuerdo que no empecé con muchas esperanzas de que ese libro me interesara y leí las primeras palabras tal vez con un poco de desgana pero, a medida que la lectura avanzaba, el mundo de Alagaesïa y la historia de Eragon me atrapó en sus redes para nunca jamás soltarme.
Pronto, devoré el primer libro como Saphira devoraría a un ciervo y tras eso, llegaron los otros dos: "Eldest" y "Brisingir". Si tuviera que definir a estos dos libros con un par de palabras el primero sería: Conocimiento y aprendizaje. Y el segundo: Lucha y venganza.
Tras aprender, conocer, luchar y sentir aún más fuerte el deseo de venganza tras leer las últimas palabras del tercer libro, tuve que esperar durante largo tiempo para tener entre mis manos al cuarto y último libro de la saga El Legado, cuyo último libro lleva por nombre: "Legado"  Al fin, esta Navidad me lo regaló envuelto en un velo de oro y plata llamado ilusión y, cuando la palabra FIN fue vista por los balcones del alma que son mis ojos, de estos cayeron sendas lágrimas que recorrieron el camino de mis mejillas, y pude sentir su sabor salado en mis labios. Pero esto es poco con lo que sentí en mi corazón, como un dragón que nacía en mi interior y exhalaba fuego para darme calor.
Ahora, sé que esta saga ha cambiado mi vida y que, desde ahora, jamás creeré a aquellos que dicen que todos los dragones son tan solo animales sin emociones, ni pensamientos propios, con la única necesidad de matar y devorar todo lo que encuentre por delante, porque sería un vil mentiroso. 

Tan solo puedo darte las gracias a ti, Christopher Paolini, por abrirme las puertas de Alagaesïa y por enseñarme que no todos los dragones son malvados y que ellos y humanos, elfos... pueden convivir hasta tal punto de convertirse en compañeros de mente y corazón.